Tuve la rara oportunidad de hablar con la leyenda de la fuerza y el acondicionamiento Mike Boyle en Power Athlete Radio. Nuestra conversación giró hacia la fascinante evolución del culturismo, un deporte que ha fascinado y, en ocasiones, alejado a los entusiastas del fitness durante décadas. Las ideas de Boyle revelan cómo el culturismo ha pasado de ser una apasionante búsqueda de estética y fuerza a un espectáculo físico extremo impulsado por avances en sustancias que mejoran el rendimiento.
Boyle y yo recordamos los íconos del culturismo del pasado que definieron la edad de oro del culturismo, incluidos Arnold Schwarzenegger y Frank Zane. Para muchas personas, incluidos Boyle y yo, la imagen corporal en ese momento representaba un ideal que se creía alcanzable mediante trabajo duro y dedicación.
“Cuando éramos jóvenes y estúpidos, mirábamos a los culturistas y pensábamos que si te lo proponías, podías llegar a ser así”, recuerda Boyle. Películas como *Pumping Iron* inmortalizaron esta era, mostrando no sólo los impresionantes físicos sino también la camaradería, la disciplina y el carisma de culturistas como Arnold. Mientras observaba a estos atletas, sentí que su nivel de condición física y estética estaban a mi alcance si estaba dispuesto a esforzarme.
Frank Zane, en particular, se destacó como pionero de la excelencia alcanzable. “Recuerdo haber visto a Frank Zane cuando era niño y pensar: ‘Quiero ser como Frank Zane'”, dijo Boyle. Su físico equilibrado y bien proporcionado personificó el arte del culturismo e inspiró a innumerables asistentes al gimnasio a perseguir ideales similares.
Pero a medida que el culturismo evolucionó desde finales de los años 1990 hasta los años 2000, el deporte dio un giro brusco hacia el extremo. Los atletas de esta época se convirtieron en figuras gigantescas con físicos casi de dibujos animados. Boyle explica que este cambio no se debe a los nuevos esteroides (que existen desde la década de 1950), sino a la introducción de sustancias como la insulina y la hormona del crecimiento.
“Con el tiempo, la gente perdió el interés porque se hicieron muy grandes”, dijo Boyle. El enorme tamaño y el exagerado desarrollo muscular de los campeones del culturismo moderno han desanimado a los entusiastas ocasionales del fitness. En lugar de motivar a la gente a ir al gimnasio, estos tipos de cuerpo a menudo provocaban reacciones de incredulidad o incluso disgusto.
“Miré a los atletas que ganaron el Olimpia en la década de 2000 y pensé: ‘No quiero ser así bajo ninguna circunstancia'”, añadió Boyle. Para muchas personas, la imagen que alguna vez fue la aspiración de un culturista se ha transformado en algo más parecido a un personaje de dibujos animados que a una persona real.
Esta transición en el culturismo ha creado una brecha entre el deporte y la comunidad del fitness en general. Si bien los culturistas de la época dorada como Arnold y Zane inspiraron a las personas a seguir estilos de vida saludables, las versiones modernas del deporte se han desviado de los objetivos del asistente promedio al gimnasio.
El enfoque en la masa extrema ha eclipsado el arte y la dedicación que atrajeron a la gente al culturismo en primer lugar. Boyle dijo que este cambio ha convertido el culturismo en una “horrible competencia de drogas”, con un énfasis en la mejora farmacológica que eclipsa el trabajo duro y el entrenamiento que alguna vez definieron el deporte.
Como destacó nuestra discusión, se necesita desesperadamente un retorno a las formas corporales equilibradas y excitantes del pasado. El culturismo tiene el potencial de motivar a las personas a abrazar el fitness, pero sólo si se reconecta con los ideales de accesibilidad, proporción y salud que definieron esa era dorada.
La evolución del culturismo nos recuerda que el fitness debería ser algo más que belleza. Se trata de crear un estilo de vida sostenible y saludable que permita a las personas sentirse fuertes, seguras y capaces.
El culturismo ha experimentado cambios dramáticos a lo largo de las décadas y no todos han sido para mejor. Como comentamos Mike Boyle y yo, la época dorada del deporte presentó una visión emocionante y alcanzable del fitness. Al centrarse en un físico equilibrado y en el trabajo duro, el culturismo puede una vez más cerrar la brecha entre los atletas de élite y los entusiastas del fitness cotidiano.
Esta conversación nos recuerda que el verdadero fitness no se trata de extremos, sino de encontrar un camino sostenible para convertirte en la mejor versión de ti mismo.
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