La Universidad de Pensilvania anunció esta semana que no firmará el Acuerdo sobre Excelencia Académica en Educación Superior de la administración Trump. El presidente interino, J. Larry Jameson, dijo que Penn brindó “comentarios específicos” que describieron áreas de acuerdo y “preocupaciones sustanciales”.
El acuerdo proporciona beneficios financieros a cambio de cambios de políticas que se alineen con las prioridades de la administración. Los términos incluyen una congelación de la matrícula durante cinco años para los estudiantes estadounidenses, un límite a las admisiones de pregrado desde el extranjero, el restablecimiento de pruebas estandarizadas en las admisiones, una prohibición del uso de la raza y el género en el reclutamiento y las admisiones, una definición binaria de género en las instalaciones y el atletismo, y la reestructuración o eliminación de créditos considerados hostiles a las ideas conservadoras.
Según se informa, otras universidades invitadas incluyen la Universidad de Vanderbilt, el Dartmouth College, la Universidad del Sur de California (USC), el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), la Universidad de Texas en Austin, la Universidad de Arizona, la Universidad de Brown y la Universidad de Virginia (UVA). La Universidad de Texas dijo que se sentía “honrada” de recibir la oferta, pero que no tenía intención de actuar en consecuencia. Después de que el MIT se negó, la administración Trump supuestamente envió el pacto a todas las instituciones de educación superior.
La Universidad de Brown tomó una decisión similar el día anterior. En una carta abierta a los funcionarios federales, la presidenta Christina H. Paxson dijo que los términos del acuerdo restringirían la libertad académica y socavarían la gobernanza universitaria. Señaló que el reciente acuerdo federal de Brown promueve varios principios de alto nivel sin ceder el control gubernamental sobre el plan de estudios o el discurso académico.
El acuerdo es parte de una iniciativa más amplia de la administración para abogar por una supervisión federal más estricta de la educación superior. La decisión de la Universidad de Pensilvania reafirma un principio central de la educación superior: que la búsqueda del conocimiento debe ser independiente de la influencia política. También resalta la tensión entre la supervisión gubernamental y la autonomía universitaria, y señala la creencia de que las prioridades de investigación y la gobernanza de los campus deberían estar bajo la autoridad independiente de las universidades y no de los actores políticos.