La memoria naturalmente se desvanece con la edad, pero eso no significa necesariamente que la demencia esté en progreso todo el tiempo. Muchos adultos mayores experimentan un pequeño lapso conocido como olvido de envejecimiento. Comprender qué impulsa estos cambios y cómo frenarlos puede ayudarlo a mantener la salud cognitiva y el bienestar general.
Un estudio longitudinal publicado en el British Medical Journal revela seis hábitos de estilo de vida importantes que pueden retrasar la pérdida de memoria. Estos hábitos son beneficiosos incluso para aquellos que están genéticamente predispuestos a la demencia y brindan esperanza para mantener la función cerebral en años posteriores.
El estudio, que rastreó a más de 29,000 adultos de 60 años o más, abarcó una década de 2009 a 2019. Los investigadores analizaron a los participantes chinos e identificaron comportamientos que tuvieron un impacto significativo en la retención de memoria. Sus hallazgos destacan los pasos prácticos que podrían ayudar a envejecer a la población.

Hábitos de estilo de vida protegidos por la memoria
Los participantes se agruparon en función de la adherencia a seis hábitos saludables.
Actividad física regular: cada semana de al menos 150 minutos de ejercicio moderado o 75 de intenso ejercicio. Equilibrio de dieta: consumo de al menos 7 de 12 alimentos recomendados, como frutas, verduras, pescado, nueces y té. Amigos, familiares y grupos comunitarios al menos dos veces por semana.
Los estilos de vida de los participantes se clasificaron como preferidos (hábitos saludables en 4-6 personas), promedio (2-3) o desfavorecidos (de cero a 1).
La memoria cae en todos los grupos de riesgos
Las pruebas de memoria y la detección genética revelaron un vínculo atractivo entre estos hábitos y la salud cognitiva. Las personas en el grupo favorable mostraron tasas de memoria más lentas durante 10 años, ya sea que llevaban el gen Apoeε4, un factor de riesgo importante para la enfermedad de Alzheimer.
Este hallazgo destaca el potencial de los cambios en el estilo de vida para combatir el riesgo genético. “Incluso las personas que llevan el gen Apoeε4 se han beneficiado de los hábitos saludables”, dice el estudio, ofreciendo esperanza a millones de personas que llevan este marcador genético.

El papel de la dieta y la actividad cognitiva
Si bien investigaciones previas han destacado la importancia del ejercicio físico y mental, este estudio destaca el papel fundamental de una dieta equilibrada. El consumo de una variedad de alimentos ricos en nutrientes tuvo el mayor impacto en la retención de la memoria.
La actividad cognitiva y las interacciones sociales también surgieron como factores importantes, lo que indica que la psicosimulación y el bienestar emocional son esenciales para la vida útil cognitiva.
La experta en salud pública de la Universidad de Cambridge, Carol Blaine, elogió la investigación para ampliar la comprensión del impacto del estilo de vida en la salud cognitiva, especialmente porque se realizó en países de altos ingresos en el mundo occidental. Ella enfatizó que “participar en una variedad de actividades relacionadas con la salud, incluso en años posteriores, tiene un efecto positivo en la función cognitiva y la memoria”.

Sin embargo, la dependencia de la investigación sobre los datos de autoinforme introduce posibles imprecisiones. Los participantes ya estaban predispuestos a un estilo de vida más saludable, que podría haber influido en sus resultados. A pesar de estas limitaciones, los hallazgos son consistentes con la creciente evidencia de que la vida saludable promueve la resiliencia cognitiva.
Perspectiva optimista para grupos de edad avanzada
Esta investigación proporciona un mensaje alentador. Los cambios en el estilo de vida pueden revertir o estabilizar la pérdida de memoria y reducir el riesgo de progresión a la demencia. Los investigadores dicen que estos hallazgos proporcionan una “perspectiva optimista” para mantener la memoria y la salud cognitiva.
Los expertos están de acuerdo en que adoptar hábitos saludables nunca es demasiado tarde. Incluso pequeños cambios en la actividad física, la dieta y el compromiso social pueden generar grandes beneficios.
Este enfoque integral para la salud del cerebro permite a las personas tomar con gracia y proactiva hacia el envejecimiento mientras mantienen la función cognitiva.