No todo el tiempo frente a una pantalla tiene el mismo impacto en los niños. Investigaciones recientes sugieren que los videojuegos pueden ser el tipo con mayor probabilidad de causar problemas sociales y emocionales, y que los efectos parecen ser más fuertes en los niños que ya tienen dificultades.
El estudio contó con el apoyo de la Asociación Estadounidense de Psicología y analizó datos de casi 300.000 niños. El Dr. Michael Noetel, uno de los autores del estudio, dijo que los hallazgos resaltan cómo largas horas de juego pueden interferir con el desarrollo saludable. Aquí revisamos los hallazgos de la investigación y las recomendaciones que los psicólogos sugieren que los padres deberían considerar.
Videojuegos, tiempo frente a la pantalla y desarrollo infantil
El equipo analizó más de 100 estudios anteriores y sintetizó los resultados para obtener una imagen más clara de cómo afectan las pantallas a los niños. Recurrieron a la televisión, las redes sociales, las tareas en línea y los juegos. De todas las categorías, los videojuegos mostraron la asociación más fuerte con los trastornos sociales y emocionales.
Los niños mayores, especialmente los de 6 a 10 años, parecían ser los más vulnerables. Los investigadores descubrieron que las largas sesiones de juego se asociaban con angustia psicológica, desafíos de comportamiento y disminución de las habilidades sociales. Esta relación funcionó en ambos sentidos. Los niños que ya tienen dificultades a menudo recurren a las pantallas como mecanismo de afrontamiento, lo que exacerba los mismos problemas de los que intentaban escapar.
“Los niños pasan cada vez más tiempo en las pantallas para todo, desde entretenimiento hasta tareas y mensajes de texto con amigos”, dijo el Dr. Noetel en un comunicado. “Descubrimos que un mayor tiempo frente a una pantalla puede provocar problemas emocionales y de conducta, y que los niños con estos problemas a menudo recurren a las pantallas para afrontarlos”.
El estudio también destaca el papel de las directrices. Para los niños que se mantuvieron dentro de los límites diarios recomendados, la diferencia entre 10 y 30 minutos de visualización fue mínima. El riesgo surgió cuando los niños excedieron sus límites y mostraron asociaciones sustanciales con dificultades socioemocionales.
¿Qué pueden hacer los padres?
Los expertos subrayan que el objetivo no es deshacerse de las pantallas, sino equilibrarlas con conexiones del mundo real y una rutina diaria más saludable. La Dra. Tara Narula habló sobre el estudio en ABC News y señaló que los padres deben concentrarse en algo más que lo que ven sus hijos y cuánto tiempo juegan. Aquí hay algunas maneras prácticas en que los padres pueden responder:
Siga las pautas apropiadas para la edad: La Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente recomienda no más de 1 hora de tiempo de pantalla de calidad por día para niños de 2 a 5 años. Los niños mayores deben limitar su uso y apagar los dispositivos al menos una hora antes de acostarse. Supervise la calidad, no solo la cantidad: preste atención a si el uso de la pantalla es para entretenimiento pasivo, aprendizaje interactivo o conexión social. Los juegos que aíslan a los niños son diferentes de los juegos que fomentan el trabajo en equipo. Fomente las interacciones cara a cara: los niños necesitan oportunidades para practicar la empatía, la comunicación y la resolución de conflictos en la vida real. Organice una cita para jugar, una actividad familiar o un deporte en grupo para equilibrar sus hábitos frente a la pantalla. Esté disponible emocionalmente: si los niños recurren a las pantallas para afrontar la situación, puede indicar necesidades emocionales no satisfechas. Si se registra con regularidad, escucha sin juzgar y ofrece apoyo, puede reducir su dependencia de los juegos para sentirse cómodo. Modele hábitos saludables: los niños notan cómo los adultos usan sus dispositivos. Los límites se refuerzan demostrando moderación y estableciendo momentos sin pantalla, como durante las comidas.
Aunque los videojuegos no son inherentemente dañinos, este estudio muestra con qué facilidad pueden convertirse en un problema si se ignoran las restricciones. Los padres que establecen reglas claras, se mantienen involucrados y ofrecen alternativas brindan a sus hijos una mejor oportunidad de desarrollar habilidades sociales y emocionales que las pantallas por sí solas no pueden enseñar.