Con frecuencia era una fuente de controversia cuando la Ley Francesa de Debret introdujo el concepto de Caractère Propre, un carácter único de la educación privada. La misma pregunta continúa resurgiendo. ¿La educación privada, especialmente la educación católica, tiene un lugar legítimo en la sociedad francesa?
Durante la audiencia, surgió un nuevo ejemplo de una investigación del Congreso para prevenir la violencia escolar. El trabajo del comité es necesario, pero debe verse obligado a enfrentar todas las formas de violencia, incluido el abuso sexual y educativo, pero también se ha convertido en una etapa de intensos ataques contra las escuelas católicas desde febrero. En el corazón de muchas de estas críticas está el papel de la religión en la educación.
Por supuesto, las escuelas católicas, y más ampliamente, todos los sistemas basados en la fe, no están familiarizados con las siguientes regulaciones estatales. Después de todo, el gobierno paga a los maestros. Nadie argumenta que deberían superar la ley.
Pero sería un error exigir que las escuelas católicas sean copias al carbón de sus homólogos oficiales. Estas escuelas son populares no solo durante la práctica católica. Uno de cada cinco niños en Francia asiste a escuelas privadas. Los padres no solo intentan evitar los sistemas públicos que sienten que les falta. Muchos se sienten atraídos por lo que se considera “algo especial” basado en espiritual o valor.
Es natural que la religión exista en estas escuelas. La educación católica debe seguir siendo un espacio en el que se propone la fe, y un espacio en el que se respeta la conciencia de cada estudiante, sin ser impuesta. Mientras se apoyan los estándares generales, la diversidad en los entornos educativos franceses no es una amenaza, sino una fortaleza.