El estilo de vida y los factores ambientales se han reconocido desde hace mucho tiempo como factores importantes en el desarrollo y progresión de la esclerosis múltiple (EM). Aunque esta asociación ha sido bien estudiada en adultos, aún no está claro su papel en la EM infantil, donde la prevención y la modificación de la enfermedad pueden tener efectos de por vida. Comprender cómo los factores modificables como los niveles de vitamina D, la obesidad, la dieta y la actividad física influyen en el curso de la enfermedad es cada vez más importante para los médicos que tratan a niños con EM, especialmente a medida que el campo avanza hacia un modelo de atención más integral y multidisciplinario.
James Nicholas Brenton, MD, director de la Clínica de Esclerosis Múltiple Pediátrica y Trastornos Relacionados de la Universidad de Virginia, habló sobre estrategias de tratamiento complementario y modificaciones del estilo de vida en la esclerosis múltiple infantil en la Reunión Anual de 2025 de la Sociedad de Neurología Infantil (CNS), celebrada del 8 al 11 de octubre en Charlotte, Carolina del Norte. Durante la conferencia, Brenton habló con Contemporary Pediatrics, una publicación hermana de NeurologyLive®, para analizar cómo estos cambios influyen en los resultados de las enfermedades de los niños que viven con EM. A lo largo de la conversación, Brenton se refirió a la importancia de la intervención temprana, la atención coordinada y el creciente conjunto de evidencia sobre la nutrición, la vitamina D y el mantenimiento de un peso saludable en la EM pediátrica.
NeurologyLive: resuma la presentación del SNC. ¿Cuál fue la conclusión más importante?
James Nicholas Brenton, MD: Dedico mucho tiempo a hablar de las influencias ambientales en el curso de la enfermedad de EM, no sólo del riesgo, sino también de cómo esos factores influyen en la progresión con el tiempo. Hablamos de la deficiencia de vitamina D, la obesidad, el tabaquismo, la actividad física y la dieta. Hay muchos factores de riesgo conocidos para desarrollar EM en niños, pero esos riesgos ya se produjeron cuando conocemos a estos pacientes. Lo que realmente me interesa son los factores que aún pueden modificarse o manipularse después del diagnóstico, los factores que pueden influir en los resultados futuros de la enfermedad.
Comencemos con la vitamina D. ¿Qué tan sólida es la evidencia a favor de la suplementación con vitamina D en la EM pediátrica? ¿Cómo abordaría esto clínicamente?
Aunque está claro que la vitamina D es importante, todavía hay debate sobre cuánto beneficio se puede obtener al agregar suplementos a las terapias modificadoras de la enfermedad. Varios ensayos clínicos han arrojado resultados mixtos: algunos muestran mejoras en los resultados de las resonancias magnéticas y otros muestran poca diferencia. Mi conclusión es que los suplementos son una intervención benigna y razonable. Se lo recomiendo a mis pacientes porque tiene bajo riesgo y beneficio potencial. Aunque el tamaño exacto de ese beneficio aún es incierto.
Además de la vitamina D, también se mencionaron la obesidad y los factores dietéticos. ¿Qué sabemos sobre su impacto en la esclerosis múltiple en niños?
Ésta es un área de creciente interés. La evidencia reciente sugiere que la obesidad en pacientes con EM puede empeorar los resultados de la enfermedad, incluida la progresión de la discapacidad, las resonancias magnéticas, la calidad de vida e incluso la función cognitiva. Estos hallazgos nos alientan a pensar de manera más crítica sobre cómo intervenimos. ¿Pueden el control del peso y los cambios en la dieta realmente frenar la progresión de la enfermedad? Aún no tenemos todas las respuestas, pero cada vez está más claro que estos factores del estilo de vida no son secundarios, sino fundamentales para la salud a largo plazo.
¿Qué pueden hacer los proveedores de atención médica para abordar problemas como la obesidad en el tratamiento pediátrico de la EM?
Esto es difícil porque, como neuroinmunólogos pediátricos, nuestras horas clínicas ya están llenas de asesoramiento sobre terapias modificadoras de enfermedades, seguimiento y manejo de síntomas. Sin embargo, la atención integral significa reconocer todos estos factores. La mejor manera de hacerlo es mediante un enfoque de equipo.
Eso podría significar recurrir a su proveedor de atención primaria, nutricionista o nutricionista que pueda reforzar hábitos saludables entre las visitas a neurología. Algunos centros cuentan con clínicas multidisciplinarias y programas de peso saludable, que pueden resultar muy valiosos. El objetivo es crear un sistema que aborde la dieta, la actividad física y el peso saludable sin depender únicamente de un neurólogo.
¿Qué papel pueden desempeñar los pediatras en el apoyo a las personas con EM, especialmente teniendo en cuenta que la enfermedad que aparece en la infancia es tan rara?
La comunicación entre especialistas y médicos de atención primaria es absolutamente esencial. Debido a que la EM pediátrica no es algo que la mayoría de los pediatras encuentren con frecuencia, los neurólogos deben tomar la iniciativa de comunicarse, compartir información y establecer un diálogo continuo. Siempre animo a los pediatras a que se comuniquen conmigo directamente si tienen preguntas. Los pediatras son quienes mejor conocen a sus pacientes y familias, y su participación es fundamental.
Muchos aspectos de la atención de la EM, como la promoción de una dieta saludable y actividad física, están directamente dentro del ámbito de experiencia de los pediatras. Cuando trabajamos juntos, podemos alcanzar objetivos específicos de la EM y la salud general y, en última instancia, mejorar la calidad de vida de estos niños. Este enfoque de asociación es verdaderamente el futuro de la atención pediátrica integral de la EM.


