Su médico argumenta que el ejercicio es la clave para la longevidad. Pero, ¿su entrenamiento realmente extiende su vida útil, o es solo un reflejo de sus buenos genes y hábitos saludables? El estudio gemelo finlandés examina la genética, el estilo de vida y los biomarcadores para investigar si la actividad física sola es la clave para la vida útil más larga. Alerta de spoiler: ese no es el caso.
La actividad física a largo plazo es una recomendación distintiva que los médicos hacen a los pacientes para un estilo de vida largo y saludable. A pesar de sus recomendaciones de sentido común, la evidencia científica del efecto del ejercicio sobre la vida útil se ve obstaculizada por la falta de estudios controlados aleatorios. La evidencia que tenemos proviene de estudios de observación limitados. Además, la investigación científica se confunde aún más por la genética y otros factores de estilo de vida.
El estudio en el European Journal of Epidemiology tiene como objetivo dilucidar la relación utilizando una encuesta longitudinal a largo plazo de gemelos finlandeses con 30 años de datos de mortalidad. Todos los datos sobre el ejercicio, el estado de salud y la demografía normal fueron autoinformados. La tasa de mortalidad fue tomada del índice nacional. (1)
Como el envejecimiento biológico puede ser la mortalidad, los investigadores han tratado de integrar sus hallazgos utilizando relojes epigenéticos, biomarcadores del envejecimiento. Los dos relojes fueron DNAM Mentuga, que diseñó especialmente un “reloj” para predecir la mortalidad, y DunedInpace, que calculó el ritmo del envejecimiento con el tiempo.
resultado
Los investigadores crearon cuatro clases diferentes de actividades a largo plazo en una gran cohorte de gemelos finlandeses: sedentario, moderadamente activo, activo y muy activo. Como se esperaba, las personas más activas tenían un menor riesgo de muerte que las personas sedentarias, experimentando alrededor del 20%. Sin embargo, cuando se ajusta para otros factores de estilo de vida, particularmente el tabaquismo, la reducción del riesgo se redujo al 7%. Para los entusiastas de la respuesta a la dosis, los hallazgos revelaron que la actividad moderada es suficiente para reducir la mortalidad. En un nivel superior no hubo beneficios adicionales. De hecho, se observó una ligera disminución. Al igual que muchos emparejamientos biológicos, la respuesta de la dosis del ejercicio y la mortalidad es más curvada que lineal. Esta respuesta parecía ser más consistente con las tasas de mortalidad a corto plazo (a 10 años) que los marcos de tiempo a largo plazo. El envejecimiento biológico comparte los mismos patrones curvos en forma de U que sedentarios y muy activos, medidos por sus “relojes”, ambos parecen biológicamente mayores que su edad. Los factores de estilo de vida redujeron la diferencia, como se ve en la mortalidad y la respuesta a la dosis.
Los factores genéticos y ambientales influyeron fuertemente en la relación entre la actividad física del ocio (LTPA) y la mortalidad. Los estudios de gemelos, particularmente aquellos que contienen pares unisígas con diferentes niveles de actividad, revelan diferencias mínimas en la mortalidad, lo que sugiere que la genética explica principalmente la asociación. Sin embargo, los factores familiares que cubren la genética compartida y el entorno infantil también interrumpen esta relación. Teniendo en cuenta estos factores y comportamientos de estilo de vida (como fumar y consumo de alcohol), las tasas de mortalidad de LTPA se reducen significativamente.
Esencialmente, el LTPA se correlaciona con una menor mortalidad, pero los factores genéticos y familiares reducen significativamente la fuerza de esta relación, lo que sugiere que los factores de vida de vida más amplios y los factores de salud genéticos pueden promover los beneficios observados de la esperanza de vida más que la actividad física misma.
Aunque la certeza de las conclusiones de los estudios que vinculan el ejercicio y la mortalidad es limitada, la actividad física parece ser beneficiosa en general, la evidencia no respalda de manera sólida la causalidad directa. Los “relojes” epigenéticos que estiman la edad biológica basada en los patrones de metilación del ADN son herramientas que aún son prominentes, pero aún se están desarrollando. Su confiabilidad depende del reloj particular utilizado. Los datos de actividad física autoinformada introducen un sesgo a través de retiros inexactos y deseabilidad social, lo que limita su precisión.
En última instancia, este estudio nos recuerda que la longevidad es más complicada que registrar la esperanza de vida o levantar pesas. La actividad física es importante, pero sus genes, hábitos diarios y opciones de estilo de vida más amplias pueden ser el camino más sabio hacia la longevidad al formar colectivamente el envejecimiento biológico y la longevidad que exhibe moderación y consistencia en lugar de extremos.
(1) Este estudio incluyó 22,750 gemelos finlandeses nacidos antes de 1958 cuando su actividad física de ocio se evaluó en 1975, 1981 y 1990. El seguimiento de la mortalidad continuó hasta finales de 2020.
Fuente: Asociación entre la actividad física a largo plazo en la edad adulta y el envejecimiento biológico posterior y la mortalidad por todas las causas-Epidemiology European Journal doi: 10.1007/s10654-024-01200-x