Según una revisión que evalúa la relación entre el ejercicio y el estado de GI, el ejercicio afecta la región del gastrointestinal (GI) a través de cambios en la motilidad, la permeabilidad, la respuesta inmune y la composición de la microbiota.
La actividad moderada mejora la motilidad, reduce el riesgo de estreñimiento, apoya la salud intestinal a través de cambios neuroendocrinos y aumenta el tono vago. El ejercicio de baja intensidad drenará el contenido del estómago, mientras que el ejercicio de alta intensidad lo retrasará y causará angustia gastrointestinal. | Crédito de la imagen: rido -stock.adobe.com

Se encontró que el ejercicio moderado proporciona a los pacientes una mejor calidad de vida para pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal y síndrome del intestino irritable, así como una calidad de vida mejorada para los pacientes, incluido el menor riesgo de cáncer colorrectal y el alivio del estreñimiento. Por otro lado, el ejercicio de alta intensidad puede conducir a efectos secundarios como el reflujo y el sangrado gastrointestinal en pacientes con estas afecciones gastrointestinales.
Se realizó una revisión de la literatura publicada en el Journal of Clinical Medicine para abordar el creciente interés en comprender cómo el ejercicio físico afecta las áreas que históricamente fueron menos llamadas atención que otros sistemas fisiológicos. Los primeros estudios se centraron principalmente en los efectos negativos del ejercicio, como las náuseas, la diarrea y el sangrado de los atletas, pero los estudios más recientes destacan beneficios potenciales como la prevención de la enfermedad y la mejor salud digestiva.
La inactividad física es un riesgo global para la salud, que contribuye al 5.5% de las muertes por año. La actividad física 2normal reduce significativamente el riesgo de enfermedades crónicas superiores a 25 y mejora la calidad de vida. Las pautas de salud recomiendan ejercicio semanal durante al menos 150 minutos de ejercicio moderado o 75 de intenso ejercicio.
La actividad física implica movimientos generadores de energía, pero el ejercicio es una actividad estructurada destinada a mejorar la aptitud. El ejercicio puede ser intermitente (utilizando un sistema de fosfageen para esfuerzos de corta intensidad) o continuo (sistema aeróbico para actividades de baja intensidad a largo plazo). La intensidad y el tipo de ejercicio afectan su impacto en el sistema GI. El ejercicio moderado ofrece beneficios metabólicos y antiinflamatorios, pero el ejercicio extremo puede causar síntomas gastrointestinales como náuseas y diarrea, particularmente debido a la isquemia intestinal y la deshidratación.
Los autores teorizaron que la influencia del ejercicio en la función GI se basa en la intensidad y la duración. La actividad moderada mejora la motilidad, reduce el riesgo de estreñimiento, apoya la salud intestinal a través de cambios neuroendocrinos y aumenta el tono vago. El ejercicio de baja intensidad drenará el contenido del estómago, mientras que el ejercicio de alta intensidad lo retrasará y causará angustia gastrointestinal.
La actividad anaeróbica puede promover la regulación gástrica y reducir la saciedad, tal vez debido a la acumulación de ácido láctico y la liberación de citocinas. El ejercicio también afecta la permeabilidad intestinal a través de cambios en las proteínas de unión estrecha. Factores como los cambios de microbiota, el estrés y el uso de fármacos antiinflamatorios no esteroide pueden empeorar la permeabilidad.
El ejercicio extremo o prolongado, especialmente con calor, reduce el flujo sanguíneo al intestino y arriesga la isquemia, la inflamación y la descomposición de las barreras. En general, el ejercicio tiene efectos positivos y negativos en la salud del IG, dependiendo del tipo y la respuesta individual.
Aunque el ejercicio aeróbico está bien estudiado, los autores señalaron que se necesita más investigación sobre los efectos del entrenamiento de resistencia en la salud del IG.
“Es esencial que todas estas condiciones ajusten la intensidad y la frecuencia del ejercicio para maximizar las ganancias sin exacerbar los síntomas gastrointestinales”, concluyeron los autores.
referencia
1. Severojs, Alves da Silva, AC, Barros dos Santos BL, ejercicio como un enfoque terapéutico en otras enfermedades gastrointestinales. J Clin Med. 2025; 14 (5): 1708. Doi: 10.3390/jcm14051708
2. Estrategias globales para la dieta, la actividad física y la salud. Organización Mundial de la Salud. Consultado el 16 de abril de 2025. Https://www.who.int/publications/i/item/924159222